Hora tras hora, el duro oficio de ser reloj.
Último mes del año, «hasta aquí pescao vendido» como decía el guiñol de Michael Robinson.
Aún quedan unos días para que acabe 2023, y dado que durante este mes nos reuniremos a menudo con nuestra familia y seres queridos (aunque no tan queridos como para hablar de política, religión o fútbol como nos recuerdan anualmente en el telediario) hoy vamos a hablar de un aliciente turístico de Laguardia muy relacionado con la familia San Pedro, es decir, con la familia Vallobera.
¿Y cuál es ese misterioso aliciente? Pues ni más ni menos que el reloj carrillón de la Plaza Mayor.
Un reloj que se ha convertido en otro reclamo turístico más en Laguardia (¡dejad algo para los demás!; murallas medievales, el majestuoso pórtico policromado de Santa María de los Reyes y su preciosa puesta en escena, la perfectamente conservada arquitectura del pueblo, estanque y poblado celtíberos, dólmenes, naturaleza sin igual, buena restauración, maravillosos vinos…) gracias a sus autómatas vestidos con los trajes típicos de Laguardia, a su música (el «pasacalles de San Juan») y su danza.
Se trata, por lo tanto, de una representación-homenaje a la festividad más importante de Laguardia: las fiestas de “San Juan y San Pedro”. Los personajes del reloj representan a dos dantzaris (bailarines, un hombre y una mujer) y al «Cachimorro», indispensables durante esta festividad y sus pasacalles.
Si buscan en internet encontraran numerosas imágenes tanto del Cachimorro como de los danzarines, ya sean actuales o de tiempos pretéritos, para deleite visual e intelectual de todos aquellos amantes de las tradiciones. Ahora bien, ¿qué relación tiene con la familia San Pedro? Pues más de lo que imaginan.
En primer lugar, el diseño del reloj es obra de Juanjo San Pedro, tío de nuestro enólogo Javier. Además, la instalación fue realizada por Javier San Pedro, hermano de Juanjo y padre de nuestro Javier. Una familia de artistas, pues tanto arte hay en una escultura, pintura o reloj, como en la elaboración de un gran vino.
Justo en diciembre cumplirá el mecanismo 25 años, ya que sus primeras campanadas fueron el 31 de diciembre de 1998 para anunciar la llegada del nuevo año. Y precisamente para recordar esa efeméride se ha inaugurado una escultura en homenaje tanto de los viajeros que se acercan a Laguardia como del impulsor de esta idea.
No vengan a Vallobera para que les arreglemos sus relojes, pero sí a comprar grandes vinos. Y durante las copiosas comidas familiares que se acercan, si meten la pata hablando de religión con los suegros, de fútbol con el cuñado o de política con cualquiera, les dejo aquí dos soluciones: cambien rápidamente de conversación y saquen el tema del reloj para distraerles; o aún más eficaz: rellénense continuamente sus copas con Vallobera para que, puestos a escuchar tonterías o discusiones, al menos les resulten más amenas.
No es momento, a estas alturas del año, de darles en exceso la brasa pues ya lo hemos ido haciendo los meses anteriores. Simplemente queda desearles, de parte de todos los trabajadores de Vallobera, una…
¡Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo, que sean muy felices durante las fiestas que se aproximan (y durante todo el 2024, faltaría más) y disfruten de muy buena salud!
PD: Comprueben, antes de empezar con los lamentos, que tienen la bodega llena para soportar a sus familiares más cansinos. Y, si no es así, sepan que seguiremos abiertos (a excepción de los días más señalados) para poder sacarles del apuro, porque si bien es cierto que el agua nos permite sobrevivir, es el vino el que nos hace VIVIR y disfrutar.